La literatura de resistencia de las mujeres ainu (o un legado académico)

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Cierta hipótesis de Andreas Huyssen siempre me resultó reveladora. El hecho de que la literatura de masas haya sido desplazada por el modernismo y por otros movimientos abocados a la innovación y a la “calidad” literarias, nos dice aquél en Después de la gran división, no se dio sólo por factores estéticos, sino también de género; la mayoría de los escritores en la Torre de Marfil eran hombres, frente a la literatura de masas que era mayormente consumida y a veces escrita por mujeres. Una vez le dije a una amiga, la escritora Elsa Drucaroff, que era “muy importante para Argentina” que ella leyera aquel libro de Huyssen. Lo sigue siendo, Elsa, aunque escritoras de masas como María Elena Walsh o Liliana Bodoc hayan hoy alcanzado la cima de nuestro olimpo literario criollo. Lamentablemente, las poetisas que nos presenta Yolanda Muñoz en su investigación La literatura de resistencia de las mujeres ainu, marginadas por ser mujeres, pero también por su situación económica y por su origen racial, ni siquiera podían imaginarse dentro de un debate como el antes mencionado. Hoy quizás sea igual de importante para los estudios de género el considerar esta fascinante investigación.

Ainu es un grupo étnico nativo de Japón que habita la isla de Hokkaidō y las islas Kuriles y Sajalín. “Por etnicidad”, nos explica Muñoz en el primer capítulo de su investigación, “entiendo un concepto móvil, un espacio en la conciencia individual que presupone la existencia de una colectividad que comparte sus mismos valores, credos, pasado cultural, lengua y tradiciones” (p.21). Según los registros oficiales, hoy día existen unos 25.000 ainu en Japón, aunque datos extraoficiales aseguran que serían más de 200.000, dado el desconocimiento que muchas personas tienen de sus orígenes, producto de los procesos de colonización y asimilación que el gobierno japonés inició en el siglo XIX. Con una lengua propia, con una cultura e incluso características físicas diferentes a las del resto del país, los ainu cuentan hoy con mayor protección ante la previa discriminación racial. Si alguien quisiera generalizar, podría también decir que, en tanto comunidad, contradicen ese principio tan abusado de «homogeneidad japonesa».

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Comunidad ainu en una foto de 1902 (Fuente: Wikipedia).

Creo que el texto de Muñoz puede ser dividido según sus funcionalidades; esto es, según su potencial performance en distintos ámbitos. El segundo capítulo será un invaluable documento para todos aquellos interesados en la historia de dicha etnia, sobre todo en el marco de la Restauración Meiji (1868). Asimismo, los capítulos tres y cuatro servirán a todos aquellos que aborden cuestiones de género, no sólo en Japón, sino dentro de un panorama más amplio sobre la idea de ‘minoría’. Los demás capítulos abordan problemáticas igualmente importantes: la reivindicación de la tradición oral como forma de literatura ainu, la importancia de las mujeres dentro de esta práctica, la particular elección de formas poéticas y de temas que narraban y transmitían la experiencia, la transformación y profesionalización de estas formas durante la segunda mitad del siglo XX, ya en la forma del periodismo como de la investigación académica.

La hipótesis central del texto es que la poesía oral que produjeron las mujeres ainu constituye una forma de resistencia ante los procesos de colonización y asimilación. Con un marco teórico que se extiende de Judith Butler hasta Walter Ong, incluso a Jacques Derrida y a una enorme lista de historiadores japoneses, la investigación de Muñoz se centra en la categoría de ‘literatura de resistencia’ de Barbara Harlow, la cual describe un tipo de literatura que es a la vez un compromiso político y una reivindicación de la experiencia y de los orígenes. Al describir la poesía de Chikkap Mieko, por ejemplo, una poeta que usó fragmentos del diario íntimo de su madre en su propia obra, explica Muñoz: “la resistencia debe ser, ante todo una actitud interna en que sea posible conservar la vigencia de los símbolos y las creencias ancestrales” (p.293). El símbolo que condensa dicha trascendencia es, para la investigadora, el bordado que las mujeres ainu producían y se pasaban de mano en mano. También su poesía se habría bordado del mismo modo, convirtiéndose así en un legado cutural de resistencia.

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Tejido tradicional ainu (Fuente: アイヌ・先住民族電影社)

Muñoz no deja caso sin analizar, desde la escritura de las esposas de colonizadores hasta la poesía oral de las comunidades originarias, siempre alternando entre biografía y análisis textual. El rastreo que hizo durante su estancia en el norte de Japón (para lo cual aprendió lengua ainu) es sencillamente impresionante. Por esto me gustaría reivindicar, sobre todo, la sección de “Anexos”, a veces relegada por los lectores adictos a la velocidad. Ésta nos ofrece un compendio de datos y de documentos antes inaccesibles para el mundo hispanohablante para el mundo entero. Poesías, canciones, diarios íntimos, documentos legales, entre muchísimos otros textos, hoy están traducidos al español gracias al arduo trabajo de la autora. Personalmente, quisiera destacar un tanka de Yaeko Batchelor: “Vengo a tu tumba, ¿qué te cuento, amigo? / No tengo palabras en este atardecer de otoño” (p.259). La importancia de tener estos textos en las bibliotecas en español es incalculable.

Por eso no importa que se le puedan contradecir cuestiones teóricas, sobre todo en relación a Derrida, quien rudimentariamente opuso ‘oralidad y escritura’ (algo contra lo cual el mismo Ong, citado en esta investigación, se manifestó en contra). Tampoco importa que el texto se esfuerce excesivamente en demostrar que la obra de las poetas ainu es literatura (entrando así en la lógica de la postura modernista-machista que Huyssen criticaba). Estos debates pasan a un segundo plano porque la documentación y el registro en La literatura de resistencia de las mujeres ainu, siempre desde una perspectiva menos etnográfica que histórica (como otra mujer que ‘está haciendo’ historia), supera toda teoría para ofrecernos un entramado real y concreto sobre el cual seguir tejiendo. Un legado académico, rotundo y abierto, que a la vez reproduce los bordados y la poesía de las mujeres ainu que describe y legitima en sus contenidos. Así, la resistencia ulterior de este libro es encarnar su propia defensa de la idea de continuidad.

Título: La literatura de resistencia de las mujeres ainu
Autor: Yolanda Muñoz González
Editorial: El Colegio de México
Año de Publicación: 2008
Páginas: 509
Precio: MX$ 269.50 US$ 15.40
Puntaje: 9 de 10 chapetitos (aunque por momentos se deje llevar demasiado por su marco teórico, el texto es una joya de la investigación y una referencia inigualable)

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BONUS TRACK
Los interesados en el tema podrían consultar Ainu. Caminos de la memoria, un website del documental homónimo que reivindica a estas comunidades y que parte de una frase recurrente en sus entrevistados: “yo soy ainu”. De dicho blog extraje, también, un texto de la doctora Muñoz que les dejo a continuación: “Etnicidad, género y globalización: las mujeres Ainu en el movimiento internacional en favor de los Derechos Indígenas”.

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