«Leía, leía, seguía leyendo, y cada nueva palabra lo apartaba del universo de su expectativa previa, todo se presentaba como algo muy ajeno a las fantasías de lujo y encantamiento propias de la idea de los pueblos civilizados acerca de los mundos de Oriente. Al respecto, me dijo: «Traducirlo literalmente y publicarlo tal como era, hubiese producido un escándalo social y habría resultado un fracaso comercial, del que yo no habría conseguido el menos beneficio. Por lo que decidí trabajar en dirección opuesta. Se trataba de inventar un libro que coincidiera punto por punto con un modelo preexistente: un jardín de maravillas arábigas escritas a la medida del gusto francés. Y entonces me encerré en mi habitación de paredes acolchadas y escribí mi versión de Las mil y una noches: una estafa en varios tomos, un cuento central que entreteje cuentos que se pretenden de autores milenarios y anónimos».
ーDaniel Guebel, «Problemas del exotismo»
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