Se supone que es un lugar secreto, así que no voy a revelar exactamente dónde queda. «Es un bar que cambia de dueño cada noche», me dijo Yuya, mi amigo que siempre me lleva a este tipo de antros ocultos en Tokio. No entendí la descripción. Sólo se me ocurrió pensar en una cooperativa o en algo así. Básicamente es un cuartucho que intentan mantener entre un grupo de conocidos. Como si los personajes de Friends tuvieran que pagar el alquiler del café ese donde siempre se juntan, pero que en lugar de neoyorkinos fueran japoneses, anarquistas y cincuentones orgullosos de su decadencia. «¿Cuánto sale el LSD allá?», me preguntó el barman cuando le dije que era argentino (tengo que admitir que fue agradable que me dijeran algo distinto de «MESHI»). Una señora que me repitió cuatro veces que era madre soltera se reía de todo lo que yo decía: «¿cómo se dice deseo sexual en español?». Un jovencito de treinta-y-cuatro (en el contexto lo era) quería que le dijera a toda costa cómo conseguir novia: «nunca salí con una chica». Algunas de las cosas que se escuchan por las noches en las callejuelas del barrio de Koenji.
#AguadébilesTokienses

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