Tres muertos tras ataque samurái en santuario de Tokio

Tokio. La sacerdotisa principal del santuario sintoísta Tomioka Hachimangu, Nagako Tomioka (de 58 años), fue asesinada la noche del pasado jueves 7 de diciembre, luego de que su hermano Shigenaga Tomioka (56 años) la apuñalara en la entrada del recinto con una espada tradicional japonesa, comúnmente conocida como katana. El atacante iba acompañado por otra mujer, su esposa Mariko Tomioka (49 años), quien se encargó de retener y de apuñalar al chofer de la sacerdotisa, aunque sin infligirle heridas mortales. Tras asesinar a su hermana, Shigenaga asesinó también a su esposa y finalmente se quitó la vida. El ataque quedó enteramente registrado por las cámaras de seguridad. Las espadas y dos cuchillos de cacería fueron abandonados en la escena del crimen.

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Luego de que su padre dejara el puesto en 1995, Shigenaga Tomioka se convirtió en sacerdote principal del santuario, pero fue despedido en 2001 por razones no especificadas por la administración. Su padre retomó el puesto y nombró a su hija Nagako como negi, esto es, como segunda al mando del santuario, lo cual habría enfurecido a su hermano Shigenaga. En 2006, este último envió a su hermana una serie de cartas con amenazas de muerte y después intentó chantajearla, razón por la cual fue arrestado. En 2010, Nagako asumió el cargo de sacerdotisa principal, a pesar de la Asociación de Santuarios Sintoístas que se declaró en contra de ello. El Tomioka Hachimangu mantuvo desde entonces problemas con dicha asociación, hasta el 28 de septiembre de 2017, cuando sus administradores decidieron ya no formar parte de la misma.

Diversos sacerdotes y asistentes del santuario declararon que siempre tuvieron la impresión de que Shigenaga Tomioka era un hombre emocionalmente inestable. Una mujer afirmó que: “Siempre pensé que algo como esto podía ocurrir, pero de todas maneras fue un gran shock” (según el Asahi Shimbun). Algunos sacerdotes reflotaron hipótesis que explicarían por qué Shigenaga tuvo que dejar su puesto en 2001. “Desde que se convirtió en el sacerdote principal, cada noche iba a los clubes nocturnos de Ginza y gastaba más de 20 mil dólares al mes. Estamos seguros que era dinero del santuario”. Otros sacerdotes criticaron en cambio a la víctima: “Participó de una ceremonia con un vestido demasiado provocador. Cuando le dije que sería conveniente una vestimenta tradicional, me dijo que mi opinión podía considerarse una forma de acoso sexual” (según informó el portal Livedoor).

El sintoísmo es la religión autóctona de Japón. Según ella, existirían en el mundo espíritus o kami que intervienen en el mundo si son venerados por sus seguidores. Un 70% de la población de Japón dijo haber practicado alguna forma de sintoísmo, según una encuesta de la NHK de 2008. Durante la primera mitad del siglo XX, el sintoísmo cumplió un rol central en la expansión del Imperio de Japón, ya en forma simbólica y en la manipulación de mitos y leyendas, como en forma pragmática (específicamente, en la educación cívica y moral). El sintoísmo no tiene panteones ni escrituras sagradas, razón por la cual algunos no lo consideran una religión, sino una forma de vida. Hay alrededor de 82 mil santuarios sintoístas en Japón, pero sólo una pequeña parte tiene líderes mujeres. Establecido en 1627, el Tomioka Hachimangu es uno de los más grandes del país. En la actualidad está fuertemente vinculado a los campeonatos de sumo (fue el lugar en donde se realizó la primera pelea de sumo, en el siglo XVII, y está rodeado por diversas estatuas vinculadas a ese deporte). Es un punto de atracción turística de entre los más famosos de Tokio.

En la búsqueda de transformar a Japón en un país laico, el Ejército de Ocupación Norteamericana prohibió en 1945 el financiamiento directo por parte del Estado a las religiones. El dinero que hoy manejan proviene de donaciones ya particulares como de empresas. El actual primer ministro, Shinzo Abe, ha sido uno de los más activos en acercar el estado al sintoísmo, como lo prueban sus visitas al santuario Yasukuni para honrar a criminales de guerra o bien su decisión de llevar a cabo la apertura de la ceremonia del G-7 de 2016 en el santuario de Ise. Asimismo, Abe y una mayoría de legisladores defienden la Asociación para el Liderazgo Espiritual del Sintoísmo (Shinto Seiji Renmei) que busca precisamente acercar la religión y la política. La explicación oficial de esta promoción tiene que ver con que, a pesar de existir tantos santuarios en el país, sólo existen unos 20 mil sacerdotes, de modo que cada uno de ellos debe encargarse de más de un templo a la vez. De no contar con algún tipo de apoyo, asegura el gobierno, los santuarios podrían desaparecer, especialmente en las zonas rurales.

El antes mencionado trasfondo histórico quizás permita entender la importancia que la religión tiene aún para el Estado japonés y, sobre todo, la impunidad con la que se manejan ciertos líderes religiosos, que actúan como clanes de otras épocas.

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