Situación: tu tren está hasta las manos, a penas podés entrar, nadie puede mover un pelo, el gordo de adelante se frota alevosamente contra el muslo en que tenés el celular, se apaga la música y te empieza a hablar Siri: «no entiendo la pregunta, no entiendo la pregunta, no entiendo la pregunta», en japonés, claro; uno de atrás grita, una piba se desmaya, un pibe vomita a un costado, todos empujan para tu lado del asco… justo llegás a tu estación, sacás el celu y alcanzás a sacar una selfie, sólo para inmortalizar ese viaje de 5 minutos en que algún dios japonés decidió descargar todo el caos que venía acumulando durante décadas entre tanta ley, orden y nostalgia por un mundo de samuráis en que se castigue a los desequilibrados.
#AguadébilesTokienses

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