“Creemos que el viaje es siempre un recorrido entre lugares discontinuos y por eso decimos viajar al exterior. En principio, estaríamos saliendo de un interior, de un espacio familiar, para dirigirnos a un otro sitio, extraño, diferente de aquel del que partimos. Esta manera de comprender las cosas se transforma con el proceso de mundialización. Ahora las distancias se acortan y muchas de las fronteras existentes se borran. En rigor, deberíamos decir: no hay un viaje hacia el exterior, sino una dislocación en las espacialidades de la modernidad-mundo […]. En la perspectiva aquí adoptada Japón no es un país exótico, distante, oriental. Mi mirada desterritorializada quiere aprehenderlo como vecino, próximo, es decir, como parte de la modernidad-mundo. Viajar a Japón no significa conocer otro mundo como creían los románticos, sino dislocarse en el interior de un continuum espacial diferenciado”.
ーRenato Ortiz, Lo próximo y lo distante (Interzona, 2003, p.15)
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