En un episodio de Gintama (una historia brillante que une samuráis y extraterrestres), el protagonista, Sakata Gintoki, se encuentra con Shachi, un violento traficante y asesino que además tiene un refinado gusto estético, no sólo en lo que respecta a la moda, sino también en el arte: dedica su tiempo a dibujar un manga que quiere enviar a un concurso para eventualmente volverse famoso.
Como «la vida imita al arte» (según palabras de Oscar Wilde) esta práctica se volvió real para los prisioneros de la prefectura de Yamaguchi, dentro del Programa de Reinserción Social de la Ciudad de Mine (美祢社会復帰促進). Quien se encuentra detrás de esta idea es el mangaka Ryo Sonoba, que visitó las prisiones de dicha zona y descubrió que los prisioneros tenían un gran potencial creativo. “Quisiera se lanzaran de lleno a hacer lo que quieren con todo su corazón”, afirmó Sonoba. Agregó también que su propósito es tanto el desarrollo de las facultades artísticas de los prisioneros como la posibilidad de generar cierta experiencia que los ayude a reinsertarse laboralmente en un futuro. Así, creó un sitio a través del cual pueden comprarse los dibujos a un valor de entre 300 y 600 yenes, con el propósito de que sirvan de fondo para mangas (ver el sitio, aquí).
El programa empezó en 2014, pero el sitio de Internet para comercializar las obras es de diciembre de 2017. La industria del manga maneja cifras millonarias, de más de 50 mil millones de dólares. En los últimos años, el estado ha invertido grandes cantidades de dinero para promover su producción y exportación dentro del marco de lo que se dio a llamar Cool Japan. Sin embargo, debe recordarse también que el manga es una de las profesiones con más casos de explotación laboral. Los contratos son muy cortos y los salarios (si es que se trata de salarios y no de un pago por página) son muy bajos para una labor tan especializada; a veces no superan los 50 mil yenes por mes, menos de 500 dólares. Un artista de dibujos de fondo cobra alrededor del doble. Los más reconocidos cobran eso por quincena. Aun así, siguen siendo mucho menores a los salarios de otras industrias del comic en Estados Unidos y en Europa.
Esto nos deja una pregunta: un programa de reinserción como el antes descrito, ¿prepara a los prisioneros para el mercado laboral o para la explotación?
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