以心伝心
ishin denshin
Sustantivo, adjetivo-no, yojijukugo
1. telepatía, entendimiento tácito, transmisión de pensamiento, comunión entre mentes
2. (en budismo zen) transferencia del pensamiento dentro del enlace espiritual Dharma, en el cual cada persona está encadenado a otras en una red de maestros y discípulos
= 以 (por medio de, a través, comparado a) + 心 (corazón, mente, espíritu, kokoro) + 伝 (transmitir, acompañar, comunicar, leyenda)
Literalmente, entonces: «lo que se transmite del corazón al corazón». Este proverbio es generalmente usado para dar cuenta de un tipo de comunicación que no necesita de palabras, pero tampoco de otros signos: ni de gestos, movimientos, siquiera silencios. Es una forma de comunicarse que se sostendría meramente en el mutuo entendimiento. El concepto fue introducido a Japón desde China en el siglo XII, cuando los monjes zen incorporaron todo tipo de chinerías que acabaron aclimatándose a la ya establecida cultura del archipiélago. Sobrevivió así durante siglos, usado a veces modo de sutra y de sermón, otras legitimando el lugar de poder de quienes lo pronunciaban y otras más (ya en los siglos XVIII y XIX) transformando en un auténtico refrán popular de toda persona culta de cuidad. Después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en el auge de querer darle unión para un país que había perdido su estructura imperial, decenas de académicos quisieron explicar a través de este concepto las particularidades del pueblo japonés, algo propio del género textual nihonjinron (teorías sobre los japoneses). Desde ya, fallaron estrepitosamente, ante que nada porque el entendimiento mutuo, ése que no necesita de comunicación alguna, existe en todas las culturas. Pero la frase perdura aún hoy, testaruda, caprichosamente, como si quisiera desconocer que en sus ideogramas se encarna ese lenguaje que presupone innecesario. «No hay nada por decir», decía Beckett. «Pero siempre hay que decir que no hay nada por decir».
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