El 31 de diciembre, Logan Paul, un chico de 22 años que tiene más de 55 millones de suscriptores en Youtube, estaba filmando un video en el bosque de Aoikigahara cuando se topó con un cadáver que colgaba de uno de los pinos. Inmediatamente subió el video como parte de una colección a la que llama Tokyo Adventures. Desde entonces, las redes sociales estallaron en críticas y rechazos al youtuber, quien primero se refugió en la libertad de expresión para luego terminar disculpándose dos veces a través de otros videos. También el sitio de Internet, igualmente criticado estos últimos días, primero restringió el video a mayores de edad, después lo quitó y finalmente pidió disculpas. Pero la proliferación del shock virtual (la forma en que el poder se hace soberano hoy en día, si seguimos a Naomi Klein o más bien a Byung-Chul Han) ya se había concretado; generó un número de reacciones incalculable.
Quienes no dieron declaracion, sin embargo, fueron los gobernantes. El discurso oficial justifica desde hace años este tipo de hechos por factores culturales (la tradición del ritual seppuku o de los kamikaze, por ejemplo), reafirmados a través de fuentes académicas del mundo de la psicología y la antropología. Esto se encuentra muy lejos de problemas concretos que llevan al suicidio entre japoneses, como son: la explotación laboral, la falta de posibilidades para los jóvenes, la soledad que implica esto último y, también, un sistema de salud mental desbordado e incluso insuficiente (algunos datos concretos, aquí). En el bosque hay un cartel, eso sí, que apela a las conciencias perturbadas de los suicidas.
La vida es algo preciado que te dan tus padres. Piensa de nuevo y tranquilamente en ellos, en tus hermanos y en tus niños. No te angusties solo y pide ayuda.
Aoikigahara es conocido como «El bosque de los suicidas» y cada año se suicidan allí decenas de personas. Su popularidad como un espacio para quitarse la vida se le atribuye a la novela El negro mar de árboles『黒い樹海』(1960) de Seichō Matsumoto, aunque ya era un lugar elegido en siglos anteriores para realizar la práctica conocida como ubasute (姥捨), a través de la cual un anciano de la familia era abandonado en un lugar del cual no podía regresar solo. Se hizo todavía más famoso como bosque de suicidas en los noventas, con la publicación de Manual completo sobre el suicidio『完全自殺マニュアル』(1993) de Wataru Tsurumi. Hoy en día atrajo a artistas de todo el mundo como Gus Van Sant, quien dedicó una película a este bosque (The Sea of Trees, 2015). Dejo un breve documental en inglés con más datos sobre el lugar.
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